Se acabó. Ayer tiramos el cambiador. Ya estaba sólo de decoración en el baño y molestaba más que otra cosa. Estaba ya muy roto y no lo usábamos, y tampoco podíamos venderlo en segundamano.es como hemos hecho con otras cosas de niños. En fin, que tirar un cambiador viejo no tendría más importancia, pero dejadme que le dedique un post porque se lo merece.
Nuestro cambiador junto al contenedor (con filtro vintage que le va al pelo) |
Ha visto nacer y crecer a mis tres hijos y ahora desprendernos de él es como dejar atrás una etapa. Se acabaron los bebés en casa (porque ya tenemos muy claro que no va a haber más). ¡Y qué pena me da! Es, como dice mi compañera María (que también tiene tres), una especie de Síndrome de Estocolmo. Desde que nacen nos pasamos los días deseando (con mucha prisa) que pase todo. Que deje de despertarse por la noche, que deje de mamar, que coma sólido, quitarle el pañal, el chupete, el bibe...y llega un día en el que te das cuenta que se hacen mayores demasiado deprisa.
Así que nuestro cambiador me ha hecho reflexionar y ahora lo único que quiero es que los días pasen despacio, despacio. Y disfrutar de cada momento. De llevarlos al cole, de recogerlos en el cole, de hacer recetas con ellos, de ayudarles con los deberes, de preparar sus cumples, de hacer excursiones, de escucharles en sus conversaciones de niños, de hacer manualidades, de ver películas, de acostarlos, de viajar... de tantas cosas, que podría llenar este post. Y cuantas más me quepan en un día, ¡mejor!
No hay comentarios:
Publicar un comentario