Estas Navidades han traído ya uno de los regalos más gordos para muchas madres trabajadoras (dentro y fuera de casa). Ayer se aprobó por Decreto Ley la ampliación de la reducción de jornada por cuidado de hijo menores de edad, de los ocho a los doce años.
A mí me alegra un montón, porque está claro que los ocho no son los doce y si además hay hermanos por delante, puedes encontrarte que cuando el último hijo cumple los doce ya hay otros lo suficientemente mayores como para que cuiden de los pequeños hasta que los papás lleguen de trabajar. Me alegro sobre todo por aquell@s que hayan tenido que abandonar la reducción de jornada por cumplir la legalidad cuando sus hijos tenían ocho y aún estén a tiempo de volver a solicitarla hasta que sus hijos cumplan doce.
La idea obviamente es facilitar la conciliación de la vida familiar con la laboral, pero además generar empleo con la teoría de que las horas que se reducen las mamás trabajadoras las trabajen empleados a tiempo parcial, cosa de la que dudo porque no he conocido ninguna empresa hasta ahora que así lo haga. Pero vamos, no seré yo la que critique esta medida, que sólo porque nos permita a much@s conciliar algo más, ya me parece la bomba.
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